El sábado, Jim McGuirk, Superintendente de Alberici, ganó el Premio al Superintendente del Año de ASA Midwest. Para honrar este logro, le pedimos a Jim que reflexionara sobre su experiencia en la industria.
En primer lugar, enhorabuena por haber ganado el premio Superintendente del Año de ASA Midwest. ¿Qué significa este premio para usted?
Fue una gran sorpresa para mí, y agradezco a quienquiera que se tomara la molestia de nominarme. Ganar este premio me da la seguridad de que trato a todo el mundo como quiero que me traten.
¿Cómo empezó en la construcción?
En 1985, empecé como carpintero residencial construyendo casas. Después de 6 años, me pasé a la construcción comercial. Empecé con Alberici en la cúpula de la TWA como carpintero, y a las dos semanas ya estaba trabajando como capataz. De ahí pasé a capataz general y, finalmente, a superintendente. Desde que empecé a trabajar en este oficio, sabía que quería dirigir obras.
¿Puede hablarnos de su primer trabajo como superintendente?
Mi primer trabajo como superintendente fue en la antigua sede de Alberici, en Kienlen 2150. Gabe Alberici era mi jefe, y me reunía con él todas las mañanas a las 5:00. En nuestra reunión diaria, repasábamos nuestros calendarios de tres y seis semanas. Gabe me enseñó a estar preparado para cualquier cosa y a asegurarme de que dispongo de todo el material que necesito, cuando lo necesito. 2150 resultó ser un gran trabajo, y tengo la suerte de haber tenido el privilegio de trabajar con uno de los mejores líderes del sector de la construcción.
¿Qué es lo que más le gusta de su papel como superintendente?
Me gusta dirigir el trabajo, y me gusta ver un trabajo de principio a fin. Llevar un proyecto hasta el final me da satisfacción y confianza.
Lleva más de 20 años en Alberici, ¿cuál es nuestro proyecto favorito?
Mi trabajo favorito, con diferencia, fue la sede central de Alberici, 8800 Page, que en aquel momento era el edificio LEED platino mejor valorado. El equipo directivo me dio libertad para hacer lo que era correcto para el trabajo y el entorno. Me enorgullezco mucho de mi trabajo, pero ese trabajo es mi mayor logro.
¿De qué se siente más orgulloso de su paso por Alberici?
Formar parte de nuestras dos oficinas corporativas me demuestra que Alberici confía en mí, y eso es lo que más me enorgullece.
Ya ganó este premio de la ASA en 2003. ¿Qué lecciones ha aprendido desde entonces para ser un gran superintendente?
He aprendido a estar más pendiente de nuestros subcontratistas y a asegurarme de que siempre tengan la información más reciente para hacer su trabajo con eficacia. Es importante darles tiempo suficiente para que reúnan a las cuadrillas adecuadas para el trabajo. Además, he aprendido a asegurarme de que mis instrucciones son muy claras en lo que se refiere al calendario de trabajo y a la coordinación con otros gremios. Son lecciones que me ha costado mucho aprender a lo largo de los años.
¿Qué consejo daría a un aspirante a superintendente?
Asegúrate de que conoces los dibujos, trata a la gente como quieres que te traten y sé el más tranquilo de la sala.
¿Hay algo más que le gustaría compartir?
Tengo que reconocer el mérito de mi mujer y mi familia. Tengo cuatro hijos estupendos: Audrey (7), Jack y Tyler (11), y Grace (15). Todos ellos sacrifican mucho para que yo sea lo mejor posible.