Sean Thibeault, Vicepresidente de la división canadiense de Alberici, está celebrando 16 años con Alberici este mes. En honor a este hito, le pedimos que compartiera sobre su tiempo en Alberici y en la Industria.
Lleva 23 años en el sector de la construcción. ¿Cómo ha cambiado el sector en este tiempo?
Ha habido muchos avances en equipos, programas informáticos, materiales, técnicas de construcción, tecnología, etc., pero la comunicación es lo primero de la lista. Si nos fijamos en las herramientas que tenemos, en muy poco tiempo hemos pasado de teléfonos móviles del tamaño de un maletín a utilizar ahora iPhones, Infraestructura de Escritorio Virtual (VDI) y todo lo que necesitas electrónicamente al alcance de tu mano. Es increíble la cantidad de gente que se puede mantener al tanto y a la velocidad a la que funcionamos.
Ha participado en proyectos muy diversos, desde fábricas de automóviles a instalaciones de tratamiento de aguas, pasando por centrales eléctricas. ¿Cómo le ha ayudado esta experiencia tan diversa?
Nuestra cartera diversificada es una de las cosas que hacen de Alberici una gran empresa. Tener la oportunidad de trabajar en múltiples mercados ha sido uno de los mayores beneficios y retos de mi carrera. Cada día aprendo algo nuevo. A lo largo de los años he tenido el placer de trabajar con grandes compañeros de equipo, he tratado con una gran variedad de propietarios e ingenieros y me he relacionado con todos los sindicatos posibles. He aprendido nuevas técnicas de construcción, he trabajado en lugares geográficos interesantes con retos climáticos variados. Y, lo que es más importante, aprendí a no perder la cabeza mientras conducía por una zona infestada de ciervos y alces.
En su época en Alberici, ¿qué proyecto fue su favorito y por qué?
Todos fueron buenos proyectos. Si damos un paso atrás y vemos lo que hacemos día tras día, es impresionante. ¿En qué otro lugar puede un grupo de compañeros de equipo recibir un conjunto de documentos que alguien ha conceptualizado y luego construirlo en lugares remotos, con seguridad y a tiempo? Es algo de lo que me siento orgulloso.
Nuestro negocio puede describirse como "construcción sensible al tiempo", con un nuevo reto cada día. Siempre hay retos, imprevistos y algún que otro quebradero de cabeza. Dicho esto, ¿no es por eso por lo que lo hacemos? El reto.
¿Qué consejo le daría a alguien que acaba de empezar en el sector de la construcción?
Hay que ir día a día y encontrar un buen mentor o compañero de equipo con quien hablar. He tenido la suerte de contar con varios mentores estupendos que han sido un gran recurso. Les propongo ideas, escucho sus puntos de vista y observo cómo gestionan las situaciones. Los mejores mentores son los que no te dicen lo que quieres oír, sino que te ofrecen una perspectiva diferente y te permiten sacar tus propias conclusiones para encontrar la respuesta correcta. Tomé prestada esa frase de una galleta de la fortuna.
De niña, ¿qué quería ser de mayor?
La construcción siempre me ha fascinado. Lo que hacemos es único. No me veía haciendo otra cosa. De niño solía ir a las obras y ver cómo funcionaba la maquinaria pesada mientras se construían casas y edificios. Me llamaban la atención las grandes excavadoras, las grúas y otros equipos de gran tamaño. A medida que crecía, mi atención se centró en la secuencia de la construcción. A menudo me preguntaba "¿cómo han construido eso?", y luego intentaba averiguar cómo se hacía.
A día de hoy, cuando veo un edificio, una central eléctrica, un puente, una iglesia antigua, etc., siempre pienso: "¿cómo encajan todas esas piezas?". Un ejemplo de esto es cuando le arruiné el día al guía turístico en Stonehenge (sí, el Stonehenge de Inglaterra). Comentó que nadie sabe cómo se construyó. Me lo tomé como un reto y descubrí una forma muy sencilla de hacerlo. Al final de la visita lo compartí con el grupo. No pudo contrarrestar la idea y, huelga decirlo, no se alegró de mí. El secreto de la construcción de Stonehenge es la "mano de obra gratuita". Se puede mover mucha tierra con mano de obra gratuita.